Que es Poesía?


El primer grito que nos impulsa a escribir determina un ritmo y es la percepción la que peregrina en las sensaciones del poeta, tras el impulso de la palabra que clama dentro, por la sublime locura del verso, está la inspiración, que como dice Octavio Paz:
“Es esa voz extraña que saca al hombre de sí mismo para ser todo lo que es, todo lo que desea, otro cuerpo, otro ser”.
Por cierto existe una relación entre el poema y el autor y va implícita porque desencadena un estado que puede ser tan breve y apasionado, como desconcertante por lo fugaz; es el impulso que clama, embriaga, obliga a la palabra a su manifestación más genuina y somos conscientes que nos desmenuza en lo legítimo del alma.
Ese latido circunstancial nos funde en sonidos que golpean una y otra vez por territorios de la vida y nos transita a fronteras donde las sensaciones cavan en los estratos profundos, trascendiéndonos a nuestras búsquedas más elementales.
Combinamos expresión y formas, evidencias y símbolos, embriagados por la belleza que supone la magia de articular en lo onírico, toda la transfiguración del poema o la metáfora que nos recupere en la mutación de la memoria.
Desmitificar o no la emoción, invadirla en su dimensión, buscar el tono que nos concentre en lo deliberado de un recuerdo, dolor, amor y los tantos interrogantes que el poeta vive en su ámbito.
El nacimiento de la poesía comienza en el momento preciso de imágenes a veces fantasmales, surrealistas o fantásticas o de contradicciones que descubre el inconsciente y que recorre al poeta en su universo de sueños tan llenos de ficciones y realidades..
La poesía tiene una cadencia que evidentemente mece en un arco tensionado y converse en el asombro, tras la búsqueda de la resurrección y esa resurrección está tramada en el derecho a la esperanza, a la libertad individual, a la verdad ancestral de la vida del poeta y la de los otros.
Por eso las palabras del poema, ejes primordiales, van mostrando la pureza que hipoteca el alma, porque se hunden en las entrañas y desentierran aristas de locura o no, para transportarnos a la madera en su apogeo de raíz, como sangre derramada en la tierra, buscando su existencia.

Nos dice Olga Orozco:

A veces sólo era un llamado de arena en las ventanas, una hierba que de pronto temblaba en la pradera quieta, un cuerpo transparente que cruzaba los muros con blandura dejándome en los ojos un resplandor helado, o el ruido de una piedra recorriendo la indecible tiniebla de la medianoche
A veces, sólo el viento.

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