Oye

Oye la ternura que nos cae
desde los duendes
y como en un gajo se nutren
tu nombre y el mío.
Mira la magia de luciérnagas
en tu población de emociones,
y las hipotecas del alma;
entonces inaugura ese momento,
vuela en la noche soberana;
así sabrás como vertientes
crecerán por tus manos
y en un sólo minuto
lo natural de jadeos, sabrá
de apuros no traspapelados.

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