Horas navegan ocres,
e inmolan sus amarillos en el parque,
el roble hace guiños y nutre de vanidades
a palmeras que hacen gala de su altura,
y mientras andenes llevan a la red del alma
momentos hipotecados alguna vez,
la memoria saca vestidos,
se detiene en sus tacos altos
y devora sus secretos,
en un sitial de silencios que acarician
la tibia tarde de otoño.
2 de febrero de 2010
Raquel:
ResponderEliminarhermosos poemas, todos te muestran como una exquisita mujer de sensibilidad muy especial. Otoño, me parece maravilloso. Belleza que muestra tu mirada.
Felicitaciones!
Alicia.