Las primeras líneas
no dejaron de anotar
un móvil de sensaciones,
trajeron plegarias
que se escribieron en maderos;
y pusieron el sonido justo
a la voz de la piel
allí donde el mundo da la mano,
comparte panes,
despide los horarios de ayer
y se pregunta si hoy, nos es hora
de revisar los tiempos.
Las otras líneas
sin hacer preguntas,
sin decir adiós,
salieron a dar una vuelta,
como sucede todos los días
cuando un desparpajo de sol,
pone el cuerpo a las mañanas.
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