Las descalzas

Ellas sacaron sus zapatos y comenzaron a correr, el momento me sorprendió, pero entendí que ya no las podía detener. Eran más libres que yo y habían elegido su libertad, por lo tanto no podía hacer nada.
Mirando ese cielo de verano cubierto de algunas nubes, sentí el despojo de algunas ausencias. Por eso para distraerme, miré el roble del parque, las gaviotas y benteveos cruzando el aire, los brotes sin abrir, y tomates aún no maduros que miraban esa tarde cada vez más antigua.
No sé cuál fue mi último pensamiento, porque de pronto comprendí lo imperfecto de esa soledad que me dejaba asperezas en el alma.
Apareció un viento suave y se involucró con mis reflexiones, quiso hacer alguna correcciones o cambiar la dirección de las mismas, pero todo fue inútil, por eso, seguí detenida en ese tiempo influenciado de nostalgias, hasta que una calandria me fascinó con su canto, cuando remontó vuelo, miré para todos lados, y pude ver las descalzas cada vez más lejos, yéndose sin pensar en mí.
Mis latidos iban en aumento.
Me cuestioné si las había tratado mal o fui muy exigente en mis textos, o tal vez muy cansadas querían darme una lección. Pensé también que mi imaginación las exprimía muchas veces en forma impulsiva.
La vida no se detenía por eso, pero para mí sí. No había aprendido a vivir sin ellas.
Me consolé pensando que volverían arrepentidas.
Nunca supe cuántas veces trastabillé con los días ni todo el tiempo que pasó.
Cuando miré el camino, las vi sentadas a la orilla del río, jadeaban, juro que había un río.
Corrí para alcanzarlas y no pude, ellas me miraron indiferentes, yo grité mucho pidiendo que volvieran, la gente miraba sin entender, el río había desaparecido, y no sé que pasó, cuando desperté, estaba en la cama de un hospital, la enfermera me acariciaba y le decía al médico:
-¡ Pobrecita, lloraba y pedía que volvieran sus descalzas-!
Mientras miraba la ventana, los recuerdos se sucedían uno a uno, hasta que descubrí mi yo sin vestidos, incrédulamente inocente, tratando de encontrar la eternidad de las palabras en el silencio que se muerde.
Después sentí disuelta mis esperas.

Marzo 2011

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tu comentario me interesa