El gran Salto

Era la hoja marcada en el cuaderno de un tiempo errante, perdonando esa fábrica de pequeñas muertes de ideas inconclusas, que hoy, haciendo letras atraviesan este cuerpo lleno de enjambres y nudos todavía pendientes de desatar, aún húmedos por las penas que realizan un gran estruendo de aplausos, cuando creo o finjo no escucharlas, ellas, insistentemente apabullan mis oídos.
Así y todo las dejo, todavía puedo desmoronar paredes y quedarme donde escuadrones de ilusiones me llevan hacia latitudes necesarias.
Por eso, mi yo, roto entre una esquina del ayer y un río presente, abarcador de artificios, valora esa mirada de puente que une ignotas sociedades, buscando el gran salto hacia el mañana.
Siento aún el miedo, la burla y el temor a quedarme dormida solamente sobre eso.
Pero no, porque el gran corazón tiene sus hambres cortitos y llenos de vitalidad, agujereando los recuerdos de ese primer amor lleno de trampas y que fue solamente un recodo mal doblado de ese rato inocente.
Trayendo como flechas directas evocaciones de lo que fue, las imágenes de un banco de la Plaza López, donde los juegos tenían su hábitat y nosotros los chicos del barrio, escapábamos del guardián, mientras decíamos "ojo, rajemos que se viene" y en loca, divertida carrera, nos íbamos a contarle al viento nuestras andanzas de pibes con una historia indivivual, comenzada en aquel momento cuando no nos hacía falta pensar nada.
Todo mi imaginación rayando siempre ese horizonte huidizo de sueños que uno quiere retener a la hora de la tarde, cuando enlaza todavía como nuevos, ideales que desea estrenar desde lejanos días, viéndome transitar una calle Oroño con sus palmeras y ese camino central, donde mis pasos, eran el instrumento, que empezaba a llevarme por un parloteo de glicinas y parras llenas de uvas e higueras asomado sus dulzuras.
Hoy quietitas las horas afinan, con la precisión de prodigioso instrumentista, este rato que anda por el aire, dando vueltas como una calesita y soltando sortijas de este muestrario de nostalgias, aparecido en el humo de una pipa que a veces fumo, en un acto de oculta travesura.

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